15/8/08

La mascara del estuco


Crujiente la muerte liquida vocifera por las plumas
De tu profanado templo. Vocifera que aquí quedaste, que aquí dudaste.
Ridícula, patética como bella fotografía mojada ante la realidad.
Comulgaste con la miseria. Hicimos pacto y sexo infectado de enfermedades,
Que nos devoraban las pequeñas luces que encandilaban el alma.

Crujiente, cruje tu cabeza vaciada del ego que proyectaste sobre las
Hojas otoñales. Que bellas, muertas como tu en olvidado libro de cuentos.
Me gustaría decirte algo pero no. Hay un no en mi mirada que me impide avanzar
Femeninamente hacia tu lecho de cadáveres tibios.
Sos succión completa de emociones.
Es mi cara el estuco que te condena. Inmóvil. Frágil. ¿Podrías alguna vez perdonarme?